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domingo, 14 de abril de 2013

¿Qué cuenta el mar?

De todas las cosas que he visto,
sólo el mar es como un ser humano.
Ni el Cielo ni la Tierra lo son.
Pero el mar siempre se mueve,
algo en sus profundidades lo remueve,
nunca descansa, siempre espera, espera.

Se lanza entonces, y vuelve hacia atrás,
sujetándose, sin haber alcanzado lo que quería.
Siempre hace la misma pregunta
y nunca la responden.

(Óliver Shreiner)



En la antigüedad, los sabios descubrieron que existía una íntima relación entre el alma humana y el océano. A esta misma conclusión llegó el insigne Karl Jung, quién creía firmemente que el mar era una puerta hacia el subconsciente e incluso una forma de acceder al "inconsciente colectivo", reservorio y biblioteca invisible de todo el saber humano y universal.
En Oriente se utiliza a menudo la imagen del oleaje para expresar el ritmo sutil de la respiración durante la meditación. Y a decir verdad, el hecho simple de caminar por una playa constituye en sí mismo una forma de meditación y de sanación espiritual. El ritmo de las olas produce un efecto relajante, casi hipnótico, que induce a estados alterados de conciencia cercanos a la experiencia meditativa y despierta en nuestra mente sensaciones de calma y serenidad, recuerdos aún no del todo olvidados, reminiscencias, intuiciones e incluso "iluminaciones súbitas". No son pocos los artistas, filósofos, creadores, pensadores que encuentran su inspiración a orillas del mar.

Deberíamos reflexionar sobre el poder y la misteriosa atracción que el agua ejerce sobre nosotros, sobre nuestros sentimientos más profundos, no sólo por la sensación placentera que nos procura o por su poder energético, vinculado a la salud y a la vida en nuestros cuerpos, sino sobre el efecto que ejerce sobre nuestra mente subconsciente con sus connotaciones simbólicas y reminiscencias espirituales.

Las propiedades terapéuticas de ciertas aguas han sido celebradas en todas las épocas. Griegos, romanos y árabes, al igual que en las culturas asiáticas, exaltaban las virtudes curativas de aguas procedentes de algunas fuentes, manantiales y playas. Ya en la antigüedad, los templos dedicados a los dioses de la medicina eran erigidos junto a fuentes de aguas consideradas como sagradas, y  muy a menudo los lugares santos de peregrinación culminaban en grutas y fuentes de aguas milagrosas o lingams de hielo, como es el caso de Badrinath, en los Himalayas, una de las más santas peregrinaciones en India.

Estas fuentes son con frecuencia herederas de antiguas tradiciones, mitologías o leyendas populares que les atribuyen poderes sobrenaturales.
Cada cultura posee, en efecto, sus "aguas santas", cargadas de simbolismo, muchas veces relacionadas con apariciones de vírgenes, héroes o espíritus de la naturaleza y, en todo caso, con energías suprafísicas. Los romanos erigían templos en las cercanías de las fuentes termales dedicados al genius loci ("genio local"), al que realizaban ofrendas o festivales religiosos. Los griegos creían que un simple sorbo de agua de ciertas fuentes era suficiente para otorgar poderes proféticos.

El agua dispone de una conciencia superior,
El agua es un ser vivo, inteligente y genial,
y solamente hemos logrado descifrar fragmentos
de los secretos que encierra.
El agua pertenece a un orden superior.
Debemos tratarlo con el mayor respeto y sumo cuidado.
[Peter Gross]

Carmelo Ríos. Yoga del agua.