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jueves, 26 de diciembre de 2013

Feliz Solsticio, Feliz Navidad, Feliz Yule

Todas las hojas han caído, la naturaleza duerme, es el momento de mayor oscuridad antes de que la luz regrese, es el renacimiento del Sol, la primera chispa de esperanza que emerge de la más profunda oscuridad. Es un momento de recogimiento, interiorización y meditación, de espera atenta, en el que podemos observarnos a nosotros mismos y redescubrirnos, revisamos los lugares en nuestra vida donde falta la luz y para, en la oscuridad del corazón, plantar nuevas semillas para el nuevo ciclo.  Celebramos la esperanza del nacimiento, la natividad o como es conocido en el calendario pagano, Yule.

En las primeras civilizaciones humanas la importancia de la festividad de Yule era obvia. Como las noches se ponían más oscuras y largas, y los días más fríos y cortos, era importante que el Sol se sintiera atraído nuevamente por la Tierra, y comenzara a acercarse de nuevo. La festividad era importante porque los mantenía en sintonía con el ciclo de las estaciones, y lo festejaban como el inicio de un Año nuevo reuniéndose con sus amigos y familiares para adorar a los Dioses y las Diosas con alegría y agradecimiento, confiando en que después de la fase de mayor oscuridad del invierno, renacerá la vida que duerme bajo la tierra.

En la tradición cristiana se celebra la encarnación del Amor. Lo Divino se hace hombre, se hace Tierra.  La tradición yógica del Tantra nos dice que eso está ocurriendo constantemente: las energías sutiles del Universo, de amor, conciencia, sabiduría, dicha,  se encarnan, crean este universo y se transforman en nosotros y en todas las cosas que nos rodean y en nuestras experiencias.